La cortesía es una marca del social. Es ligada a la evolución de las competencias lingüísticas personales en un contexto socio-cultural. En general es tan enraizada en el lenguaje que casi no puede faltar. He encontrado un fragmento relevante de cómo la cortesía puede acompañar la habla del ser humano en un de los mas extraños momentos de la vida – los momentos que anticipan la muerte y que son acompañados de un estado físico muy mal. El fragmento es del libro de Javier Marías, “Mañana en la batalla piensa en mi” y se refiere al momento en que Marta se muere entre los bracos de Víctor:
… y entonces ella me dijo sin volverse y sin verme: ‘Cógeme, cógeme, por favor, cógeme’, y quería decir que la abrazara y así lo hice, la abracé por la espalda, mi camisa aún abierta y mi pecho entraron en contacto con la piel tan lisa que estaba caliente, mis brazos pasaron por encima de los suyos, con los que se cubría, sobre ella cuatro manos y cuatro brazos ahora y un doble abrazo, y seguramente no bastaba, mientras la película de televisión avanzaba sin su sonido en silencio y sin hacernos caso, pensé que algún día tendría que verla enterándome, blanco y negro. Me lo había pedido por favor, tan arraigado está nuestro vocabulario, uno nunca olvida cómo ha sido educado ni renuncia a su dicción y a su habla en ningún momento, ni siquiera en la desesperación o en la cólera, pase lo que pase y aunque se esté uno muriendo.